domingo, 11 de septiembre de 2011

Las Once Eses del Camino

En homenaje al 11S, y para dar una visión un poco macabra de la situación, os dejo con un relato del grupo EVOHÉ que se incluye en su primer disco, también llamado EVOHÉ.


Relato:

Sí, voy a morir.

Gritos en el avión. Al explicarnos lo que iba a suceder todos han comenzado a gritar enloquecidos. El ser humano... creer la propia vida tan importante... cuánta vanidad. Pero, curiosamente, parecen calmarse cuando dan permiso para llamar por teléfono a los seres queridos. Todo un detalle. Es ciertamente hermoso escuchar estos póstumos mensajes de amor, reconciliación, terror... Doy plácidos sorbos al té, sonriendo embriagado por la belleza del momento. Aunque, al parecer, soy el único que la aprecia. Curiosamente, aquellos que con más desesperación lloran el fin de sus vidas son quienes no disfrutan estos preciosos últimos segundos. Nadie ve más allá de sus ojos. En verdad es un gran final: la multitud que se entera por sorpresa de que faltan escasos minutos para que sus vidas terminen contra su voluntad. Pocos podrían decir lo mismo. Algo muy interesante, sin duda.
Máxime cuando yo soy uno de ellos. Pero el tiempo ya se ha parado para todos. Conocer la inminencia del fin es el fin mismo. Curioso.

Los secuestradores rezan en su extraña lengua y las plegarias se estremezclan con el llanto de los demás. Seres humanos, tan idénticos, y tan separados ante la misma situación. La entonación sinuosa de los cánticos incomprensibles y el desgarrador gritar de la muchedumbre... Qué exquisitez. La señora del asiento contiguo me mira con ojos desorbitados, que se aterran aún más al recoger la sonrisa que les devuelvo. De pronto gira la cabeza de golpe hacia mí y veo un destello de odio en su mirada, que curiosamente la redime por un instante de su propia autocompasión. ¡Ah, el odio..! Cree descubrir en mí a uno de ellos.
Claro; soy uno de ellos, comparto su credo, su sentir, se gesta, y por eso sonrío; por eso no hay terror en mis ojos. No, señora, no. No soy uno de "los malos". Pero me parece bien morir por la causa del otro. Porque ¿qué somos "los buenos"? La tolerancia, el bienhacer, el amor... Maquillaje. Que, como tal, no va más allá de la punta de nuestras narices. Oh, perdón; en su caso, señora, de la punta de sus pestañas.

A mí me agrada morir por el otro. Y no me refiero a mi madre o mi esposa. Eso no es el otro. O es menos otro, mucho menos otro. Esta gente a la que no conozco, cuyas ideas no comparto, con la que no estoy de acuerdo. Y es que yo sólo soy un personaje de esta historia absoluta; unas pocas páginas. Y me complace participar de cualquier modo. Porque si yo escribiera la historia, si yo fuera su autor, si decidiera yo cada uno de mis movimientos... todo sería mucho más vulgar. Por no hablar de lo tedioso.
No, no; déjenme disfrutar el té, que me gusta este final. Déjenme disfrutar de mi enemigo. Es mi hermano, ¿no es cierto?
Déjenme disfrutar de mi hermano y compartir estos últimos momentos con él. Un bello acto de entrega, sí señor. Máxime cuando esta gente se toma la delicadeza de acompañarnos en el incierto tránsito al más allá.

Vaya, parece que nos acercamos a tierra. Antes de lo previsto, por cierto. Aumenta la desesperación entre los pasajeros. Miro por la ventana, miro la serenidad de los secuestradores, que continúan con sus cantos... Me tomaría otro té, pero cualquiera se lo pide ahora a la azafata. Me recuesto un poco... Respire hondo, señora. Los caminos son inescrutables.

Letra:

A fuego
y cielo
mato, estallo, vivo, sé
que muero
y quiero
que tus ojos me des,
enemigo, para ver
mi sufrimiento
sin volcarlo en tu
temer.

Yo humano, tú humano,
yo tu mano, hermano; sé,
que somos, dos cómos
del mismo suceder.
Peregrinos del sino;
hazte un camino,
enemigo, con
mi piel.

Seamos estrellas
para contemplar
nuestra historia
sin temblar,
sin importar
el final:
la aventura de lo humano,
nuestro regalo.

¿Sin prójimo eres tú
capaz de amar?
¿Sin un demonio tú
puedes odiar?
¿Eres capaz
de morir por la causa del otro?

Seamos águilas
para respirar
la felicidad
del terror
del alma.
Sin final;
la aventura de lo humano,
nuestro regalo.

Videoclip: Pincha aquí.
Un saludo a David (voz), mi primo, una gran persona, a la par que gran orador, de ideas claras y muy buenas desde mi punto de vista.

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