viernes, 19 de septiembre de 2014

Salir del armario

Yo era muy religioso, mucho.
Me hice ateo en una convivencia que hacíamos todos los años en mi colegio (religioso), donde un cura nos daba unas charlas y demás. Estaba en una habitación rodeado de cuadros de santos y vírgenes, imágenes de cristos, etc. Cuando me vino a la mente una imagen de miles de musulmanes rezando, levantándose, agachándose, con las cabezas cubiertas y toda la parafernalia que hacen que todos hemos visto en la tele. Pensé que cómo tantos musulmanes podían ser engañados de una forma tan fácil, repitiendo oraciones como papagayos, agachados de rodillas, otras veces erguidos, etc.
Entonces pensé en lo que hacíamos mi padre y yo cada domingo en misa, a la cual yo iba totalmente convencido de que era necesario para ser mejor persona y vi que distaba muy poco de lo que hacían esos musulmanes.

Mientras yo pensaba todo esto el cura seguía dándonos la charla, un cura con muchísimo carisma, graciosísimo al que todos escuchaban muy atentos... Todos excepto yo que en ese momento estaba enfrascado en mis pensamientos.

Poco a poco fui pensando en todas las religiones: cristianos, judíos, musulmanes, hindúes... ¿Cuál era diferente? ¿Por qué la mía, el cristianismo, es la verdadera? Por un momento temí estar metiendo la pata, estar equivocado de religión. Pensé que alguna, por narices, tenía que ser la verdadera, porque Dios debía existir de una u otra forma. ¿Cuál era?

Volviendo atrás, había pensado que los musulmanes eran fácilmente influenciables y repetían sus oraciones sin ton ni son. Y yo, sin ayuda de nadie, con quizás 11 años, no más, descubrí que tan influenciables eran ellos como nosotros, que la religión era una cuestión de cultura, de geografía, de enseñar a un niño a rezar el "Jesusito de mi vida" con 3 o 4 años, como lo habían hecho conmigo, ¡OJO! con la mejor de las intenciones, mis padres y abuelos. Y así, sin más, vi que no era mejor mi religión que la de otros... ¿Cómo salir de este atolladero?

Pues lo hice y en no más de 5 o 10 minutos de reflexión propia. Estaba claro que unas y otras eran bastante contradictorias, que todas a la vez no podían tener razón y la salida más fácil, la única que me quedó fue pensar que todas eran falsas. Dudé no más de un minuto en si aún sin la ayuda de las religiones Dios existía y descubrí que no tenía ni pies ni cabeza.


Así, aquel día, en una convivencia cristiana, rodeado de santos, vírgenes y cristos en un monasterio de las monjas Mercedarias en el pueblo de Cájar (Granada), durante la charla de un simpático cura me hice ateo.

Desde entonces he tenido rachas. Rachas en el sentido de ser más radical, de reírme ante la idea de que cualquiera pudiera creer en Dios, por supuesto nunca insultando a nadie por ello. Rachas de ser más radical, de odiar a la Iglesia, incluso mi dirección de email era: theonlychurchthatilluminatesistheoneonfire@hotmail.com (traducido: launicaiglesiaqueiluminaeslaquearde@hotmail.com, pero me la puse en inglés porque increíblemente en español estaba cogida). Rachas de que mis trabajos de religión fueran todos sobre por qué soy ateo. Rachas de sentir la necesitad de explicar a todo el mundo por qué no existe Dios. Rachas de ocultar que soy ateo, como si fuera algo malo, por temor a perder clientes en mi negocio... Y, en la que estoy ahora, que es en la racha de salir del armario.

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